Descripción
Hay libros amigables que, amenos y nutricios, se ofrecen solidarios. Que invitan a su lector a confraternizar, convocando a lo mejor de sí. Que son un remanso en medio del vértigo cotidiano. Que aguardan pacientes a que se adentren en sus páginas y, cuando ello sucede, despiertan las ansias de seguir buceando en ellas. Que promueven un diálogo franco y profundo con el que, libro y lector, se revitalizan. Que incitan a volver sobre sus contenidos, una y otra vez para seguir develando fragancias aún no percibidas. Que inauguran reflexiones que desafían al interlocutor. Que trascienden su tiempo y circunstancia. Que revelan verdades no fáciles de compartir ni asimilar. Que exigen una lectura atenta, lúcida y poco o nada complaciente.
Aspiro a que Verdades que no parecen verdades, este «hijo» recién nacido, con el aporte imprescindible de sus lectores, logre integrarse en la cofradía de esos textos sublimes. Ese fue el espíritu y el anhelo con que fue escrito. Sus lectores, profanos como especialistas, darán el veredicto definitivo. Poblado de paradojas, inevitable mente despertará adhesión y disenso por igual. Pero, a quienes cautive como a quienes provoque, sepan que mi exclusivo afán ha sido fecundar nuestra conciencia.
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