Descripción

«Este es un testimonio de lo pequeño desde lo pequeño. Una pequeña vocación volcada en un pequeño lugar del mapa argentino. Simple y carnal, perdida y encontrada en el monte santiagueño, donde un pequeño claro después de la picada, con un rancho, se hace pesebre de Belén y donde los changuitos que nacen llevan en los ojos la mirada anhelante de amor del mismo Cristo.

La Hermana Lisbeth, esta pequeña hermanita de los senderos, protegida por el manto verde de la Virgen Madre de Jesús en el medio del monte, abre su naturalidad a lo sobrenatural que encierra el llamado a ser discípulos misioneros de Cristo, derramando toda la fe, la esperanza y el amor».

Ser, estar y pertenecer a otros y a otro lugar. ¿Cómo descalzarse, acoger, compartir y vivir la vida con otros? ¿Cómo dejar de lado el «yo» para convertirlo en «nosotros»? No creo tener las respuestas a estos interrogantes, tampoco creo que hay una sola respuesta para ellas, si intuyo que en el caminar de la vida uno tiene que ir aprendiendo a ser, plena y verdaderamente feliz, a estar en cuerpo y alma en el ahora, en el momento presente, a pertenecer a un lugar, a personas, a uno mismo y a todos.

Nuestra Señora de Huachana tiene el manto de color verde, que es esperanza, representa el monte donde quiso dejar su casa, no hay otro mejor lugar que encontrarnos ahí, siendo conscientes que estamos vivos, que volvemos a nacer, que vivimos en sintonía y en comunión con los demás hermanos y con la naturaleza, porque ese manto verde nos abriga y cubre a todos, nos recuerda que debemos cuidar y proteger toda creatura, toda la creación. Ella es la Madre de la Vida, la peregrina de la Esperanza, la mensajera de Jesús. La que nos da a Luz.