Descripción
Descripción
¿Va Cristo en busca de los hombres? ¿O somos los hombres quienes lo buscamos llevados por nuestra sed?. Doble movimiento misterioso de la dádiva y del necesitado. Los arrebatadores, los ladrones, atren al que reina desde la Cruz. El dolor, la miseria humana, es la puerta por la que suele introducirse. He aquí un libro de honda imaginación material, donde las palabras se desprenden fácilmente, en organismos vivos porque las dictan la convicción y la belleza.
«De casa en casa», de corazón en corazón. Cristo nos sigue para que la nuestra no sea una existencia vana y perdida. Más grande que la propia Iglesia, el universo es el ámbito del Espíritu. Y en lo más escondido de nosotros es donde se juega lo terrible y lo sublime, la insoluble mezcla de la luz y la tiniebla. Cué lo sabe. Por eso su expresión alcanza a menudo tanta fuerza, como en los párrafos que dirige a los sacerdotes violadores de conciencias. Primero encontrado y a medias restaurado, ahora «Mi Cristo roto» abandona su encierro para ir «de casa en casa». Porque su lugar no está en ningún encierro, en ningún confinamiento, sino en la plenitud de la creación.
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