Descripción
¿Por qué esta sencilla historia o parábola reviste vigencia después de dos mil años? ¿Acaso, porque nos hemos acostumbrado a la indiferencia, a pasar de largo del hombre y nos gana el individualismo, desterrando así de las relaciones humanas la actitud compasiva? ¿Quién sabe? Lo cierto es que a nuestra sociedad, por algunos definida como sin hogar y sumida en una crisis de valores en sus relaciones humanas, le falta potenciar el don de la compasión hospitalaria más allá de intereses particulares, partidarios o ideológicos, por encima de torpes nacionalismos, superando economías reduccionistas, desterrando xenofobias…
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